En estos días de investidura y frío yo a quien echo de menos es a Umbral. Rajoy va a ser el primer presidente de esta democracia que no podrá acudir a la última a ver qué ha escrito don Francisco no vaya a ser que haya tirado el discurso a la piscina. Umbral, antes de irse, dejó dicho que Rajoy es ante todo un místico de la política que vive del realismo y no del espectáculo. Pero nos falta la metáfora definitiva que habría surgido en estos días con Viri en la tribuna, agotada y aburrida.
En estos dias nos quedan para el recuerdo las gallardías homéricas de Suárez; el tránsito del entusiasmo por González al romance del sindicato del crimen; del ninguneo a Aznarín a las cenas que acababan con Aznar empujando un coche enterrado en el barro; la primeriza desafección por ese Zapatero al que apodó el Giocondo profetizando que "elegir la risa como arma de gobierno es tan peligroso como elegir la mueca del matón, del jugador tramposo o del político que va a lo suyo". Y así.
En estos días vamos a la última y la encontramos ocupada por Del Pozo al que se le fue la columna al bunker y
anda desde entonces acumulando golpes sobre el par del campo de la literatura. Hemos de viajar al interior
o emigrar a otros diarios en busca de lugares en los que la sangrante ironía y la lírica mortal y rosa se den la mano. En ese empeño nos topamos a veces con algún tostón bien cebado que juega a "enfant terrible"
sin haber pasado nunca de niñato malcriado. Sabemos quien debería haber ocupado el lugar dejado por Umbral pero no lo decimos para evitarle el sonrojo.
En estos días de tedio y plateresco son las campanas de la Antigua las que me anuncian diariamente el ocaso, acostumbrado yo a que el ocaso me lo anuncien los mojitos del Buda de Caló des Moro y el sol ocultándose tras Conejera. Estos son días de paseos por esa calle de Santiago de escaparates travestidos en pizarras de una lección de Chomsky, acostumbrado yo a paseos que lindan con el mar, desde el puerto a la Cueva de las Langostas.
Entre Ibiza y Umbral y el recuerdo de los que se fueron, que es como un hilti en modo taladro, ando yo estos días instalado en la nostalgia del mundo que fue y ya no es.
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