Como Manuel Jabois, siendo adolescente y aun después, yo veía los partidos de Copa de Europa en casa de mis abuelos. Así que estas jornadas, partidas ahora en martes y miércoles, tienen para mi un doble valor, el meramente futbolístico y el sentimental que surge del recuerdo de las noches en aquel cuarto de estar con mesa camilla de un séptimo de la calle San Quirce desde donde se veía a Felipe II engendrado en broce mirando eternamente a la casa que le vio nacer cuando fue carne. Mi abuelo Mariano era un castellano viejo de manual que sólo abría la boca cuando había algo importante que decir. Se comprende cuánto echo de menos la coherencia de sus escasos comentarios ante la avalancha verborreica de los entendidos de hoy. Aquellos fueron los años de la eterna promesa de la Quinta del Buitre que dejó a mi generación la frustración de ser incapaces de compartir con nuestros mayores la felicidad de un triunfo que sumar a los seis que ya habían disfrutado ellos. Recuerdo las lagrimas en los ojos de mi abuelo, en los de mi tío Félix y en los míos tras aquel bochornoso 5-0 en Milán y a mi abuela sentada frente a nosotros, de espaldas al televisor, burlándose con razón de nuestra tristeza. Recuerdo aquellas semifinales contra el PSV, con todo a favor para aquel Madrid pluscuamperfecto y la decepción. Recuerdo los diez escasos minutos de camino de regreso a casa tras cada nueva eliminación, la mirada en el suelo, la pesada digestión del fracaso de otros que uno hace irracionalmente propio. Cuando el Madrid regresó a la senda del triunfo mi abuelo se había marchado ya pero mi primer pensamiento de aquella noche de Pedja fue para sus silencios y la medida exacta de sus palabras; para aquel rostro y aquellas manos en las que uno podía ver la belleza terrible de la vieja Castilla, las cebadas reflejando el sol abrasador, la blanca huella de las heladas sobre los barbechos.
Anoche volvía el sabor de la Copa de Europa, semifinales, Bayern de Múnich. Lo del año pasado no cuenta, el Barça es un recién llegado a la aristocracia del fútbol europeo, y la rivalidad con el equipo catalán es la del noble con el nuevo rico que llega a los palacios entre oropeles pero carente de la clase y categoría que otorgan la historia y la tradición.
En aquel tiempo del que antes hablabamos volver de Múnich con una derrota mínima hubiera sido celebrado como un triunfo pero el denostado Mourinho nos ha acostumbrado mal. Pareciera, escuchando los comentarios posteriores al partido, que el Real Madrid había hecho un desastroso encuentro frente al Alcorcón. Nada más lejos de la realidad. Fue un partido de mérito frente al Bayern de Neuer, Lahm, Schweinsteiger, Kroos, Gómez, Müller, Ribery y Robben. Hasta el primer gol, ilegal, de los alemanes el Madrid tuvo el partido donde quiso Mourinho con Khedira sosteniendo una vez más el equipo ante la inanidad de Alonso y con Pepe recordándonos al mejor Hierro. Benzema ponía arriba el talento, mientras Cristiano lucía menos que otras veces. El gol de Özil hizo justicia al poco de comenzar la segunda parte y fue entonces cuando observamos la principal carencia de este equipo. La nula capacidad competitiva de la mayoría de sus miembros y el inexistente liderazgo de aquellos llamados a dirigir las evoluciones sobre el césped y el factor anímico de los más jóvenes e inexpertos. Si algo destacaba, por encima de todo, en los antiguos equipos de Mourinho era precisamente la competividad. Equipos capaces de sobreponerse a cualquier adversidad, que leían los partidos a la perfección sabiendo qué camino tomar en cada momento. Este Madrid punk necesita en partidos como el de ayer alguien que componga un medio-tiempo sin caer en la balada empalagosa. Apuntaba Julien Jarroson la juventud del Madrid como causante de ese desorden táctico y mental. Yo me inclino por la insolvencia de los líderes naturales para arrastrar tras de si las voluntades del resto. El Oporto tenía a Costa y Carvahlo; el Chelsea a Terry y Lampard; el Inter a Materazzi, Zanetti y Cambiasso. El Madrid tiene a Alonso, Casillas y Ramos. Sobra cualquier comentario.
La actitud de la prensa anoche con Coentrao fue lo más miserable que recordamos y eso es mucho decir. Los mismos medios que no hace mucho llegaron a comparar a Robben con Messi descargaron ayer toda su vomitiva artillería sobre el jugador portugués que, por otro lado, había secado prácticamente al "Messi holandés". El supuesto fallo de Coentrao en el segundo gol del Bayern fue el grifo que abrió el caño de la bilis de esos sinvergüenzas. Llegamos a leer un tuit de una periodista de Marca con cara de ángel y alma de zorra pidiendo la muerte del jugador. La inquina xenófoba contra el portugués sirvió también para ocultar de nuevo la horrenda actuación de Casillas en la jugada del gol, tras el gol y una vez terminado el partido. Un tipo que cada vez es peor portero, que jamás fue un buen capitán y que nos demuestra cada día su catadura moral como persona. Un líder que no duda en poner a los pies de los caballos a un compañero para salvar su propio culo. Un colaboracionista. Un tío Tom blanquecino. Si el Madrid gana la Décima, entre las sonrisas, no podré evitar una mueca de desagrado cuando el que la levante sea ese tipo.
Maquiavelo nos dejó dicho, " El que quiere ser tirano y no mata a Bruto y el que quiere establecer un Estado libre y no mata a los hijos de Bruto, sólo por breve tiempo conservará su obra" Que alguien regale a Florentino un ejemplar de El Príncipe. (Considérese "matar" en sentido figurado)
Magnífico artículo desde la cruz hasta la fecha. La evocación de los viejos recuerdos de adolescencia, el homenaje al abuelo, el análisis del partido de ayer, la denuncia de la prensa hedionda, la descripción del traidor Casillas, la oportuna cita de Maquiavelo. Casi es imposible mejorar lo que has escrito; sólo se me ocurre borrar la tilde de "bárbechos".
ResponderEliminarEnhorabuena. No llegarás lejos en el mundillo del periodismo deportivo; ahí prefieren a gente con el nivel (cultural, mental y moral) de Roberto Gómez.
No sólo lo que dices sino cómo lo dices. Es una gozada haberte descubierto.
ResponderEliminarPero Casillas siempre ha sido igual. No recuerdo un gol en el que no se encarara con su defensa, quitándose los muertos de encima. El problema es que ahora para menos que la abuelita Paz (el primer gol, la UEFA debería adjudicárselo directamente a él).
ResponderEliminarRepugnante la catadura del "yerno de España".
¡¡¡Floren, busca portero ya!!!!