lunes, 12 de marzo de 2012

Fertilizante

Martin Amis escribió que Londres es el lugar al que uno va con el fin de volver más viejo y más sabio. John Carlin hizo el camino inverso, abandonando la capital de Inglaterra, y eso explicaría su actual deriva hacia la tontuna adolescente. Enfrentarse,con una leve resaca dominguera, a lo que Carlin publicó ayer en El País es un acto de heroidicidad que acometí tras ingerir seiscientos miligramos de ibuprofeno que deberían haber sido más. Lo que más llama la atención de lo publicado, entre una amalgama de charlatanería progre, es que según Carlin, la renovación de Guardiola por el Barcelona es una cuestión de una alta dimensión moral. Y sorprende, sobre todo, pues viene de alguien que conoce a fondo situaciones en las que el deporte sí se convirtió en cuestión moral de manera indiscutible. Carlin escribió en su día sobre el impacto que en la sociedad sudafricana tuvo la victoria de los Springboks en el Mundial de Rugby de Sudáfrica con el mismo entusiasmo con el que ahora pontifica sobre la renovación del santón de Sampedor. Esto último sólo puede responder a la ingesta masiva de alcohol o a la utilización de algún tipo de sustancia psicotrópica. Me inclino por ese fertilizante para plantas que se puso de moda hace dos veranos entre los clubbers ingleses y que los dejaba al borde de una crisis comicial. Así debió escribir Carlin su columna, con el conocimiento perdido.

Mandela y los hombres que capitaneaba Francois Pienaar se conjuraron para ganar aquel torneo cuando nadie daba un duro por ellos teniendo enfrente a unos All-Blacks con Jonah Lomu en su plenitud. Lo que consiguieron fue unir a un país que llevaba siglos ensangrentado por las disputas tribales y avergonzando al mundo con la existencia del miserable y horrendo apartheid. Aquello sí fue una cuestión moral y quizás también vital pues aquel triunfo salvó miles de vidas. Mandela y los Springboks, afrikáners en su inmensa mayoría, si mostraron al mundo que el deporte puede hacer milagros. Pero la renovación de Guardiola no va a acabar con el hambre en el mundo, ni va a desarmar a los niños soldados, ni va a conseguir atemperar a los islamistas radicales. Yo preferiría que Guardiola renovara, merecemos ver como todo el encofrado de hipocresía con el que ha constuido su ideología se viene abajo. Merecemos ver también qué escriben entonces estos borrachos, ebrios de la palabra del Pep, cuando todas las botellas estén vacías.

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