domingo, 28 de septiembre de 2014

The fall

Hay gente a la que le gusta el otoño. Gente aparentemente normal. Gente que saluda en el ascensor y ayuda a cargar con las bolsas del Mercadona a la octogenaria del sexto. Gente con derecho a voto, gente con trabajo fijo y bien remunerado. ¿Qué hacen Mariano y Soraya ante esto? Mirar para otro lado. 

Hay gente a la que le gusta el otoño con licencia de armas. Gente a la que le gusta el otoño con permiso para transportar mercancías peligrosas. Maestros de primaria. Neurocirujanos. Directores de sucursales bancarias. Sacerdotes. No sé cómo a alguien se le puede ocurrir traer un niño a un mundo en el que vive gente a la que le gusta el otoño. Ayer leí a uno en Twitter decir que no hay nada mejor que un día frío y lluvioso. Todavía no le han cerrado la cuenta. Si pones el coño de Hope Solo llega Jack y te chapa pero dices que no hay nada mejor que un día frío y lluvioso y no pasa nada. Este mundo es a veces un poco absurdo.

A Morrissey le gusta el otoño porque no se hacen barbacoas en los jardines y no huele a churrasco. A Shaun y a Bez les gusta el verano. Empezaron el Segundo Verano del Amor y aún no han terminado. Elige tu bando. Pasar del verano al otoño es como salir de un Closing en la Terrace de Amnesia y aparecer en un pueblo castellano de la posguerra; con sus viejas de alivio luto mascullando un Rosario. [Francisco Franco ha hecho RT de tu tweet]. 

Los ingleses llaman "the fall" al otoño. Son listos los ingleses. En otoño se caen cosas. Hay gente a la que le gusta que se caigan las cosas. No sé si hay término psiquiátrico para referirse a ese trastorno. Se caen las hojas de los árboles y se cae el pelo de las cabezas; a no ser que seas Arcadi, Mercutio o yo, que tenemos pelazo perenne. 

Si oigo decir a un fulano que le gusta mucho una mujer porque es muy gris y muy fría pienso que está tarado. Lo mismo me pasa con la gente a la que le gusta el otoño. El otoño es una enfermedad que conduce irremisiblemente a la muerte, que es el invierno. El otoño es un hospital. El invierno es un tanatorio. Lo que se cae en otoño se pudre en invierno. 

No os lo vais a creer pero hay gente a la que le gusta el invierno. Y no viven en la clandestinidad. Están entre nosotros y mantienen intactos todos sus derechos constitucionales. La democracia era esto. [Pablo Iglesias ha marcado tu tweet como favorito]. El invierno está bien si eres un oso y puedes irte a una cueva a sobar cinco meses soñando con el verano. Si no eres un oso el invierno es una puta mierda. Si le hablo a uno de estos ingleses del Yorkshire que hoy pululan por aquí, desencantados por el día lluvioso, de las excelencias del otoño me escupe en un ojo. No le culpo. Yo haría lo mismo.

No sé si la neurociencia ha estudiado ya el cerebro de la gente a la que le gusta el invierno pero apostaría a que cuando lo haga encontrará alguna disfunción en la corteza prefrontal ventromedial o en la corteza orbitofrontal; como ocurre en el cerebro de los psicópatas. Pinker escribirá sobre ello. Si soy sincero, hubo una época en la que a mí me gustaba el invierno. Escuchaba a Joy Division, leía relatos de Carver y llevaba siempre cara de estar pensando en la futilidad de la vida. Era un triste y por eso me gustaba el invierno. Se me pasó en cuanto apareció el acid house y las cosas que vinieron con él. Y ya sólo quise verano.

El verano es una celebración de la vida.

Hay gente que trata de convencerme de que el invierno tiene ventajas. Hay proselitistas del invierno. Y el gobierno no hace nada contra ellos. Con estas cosas uno pierde la confianza en el sistema y acaba votando a Podemos. Si sois de los que os gusta el invierno no os molestéis en llamar a mi puerta. Ya os he dicho mil veces que yo vine a este mundo a pasar el verano.