Como si la climatología se hubiera aliado con nosotros, España, Ibiza incluida, ha amanecido hoy cubierta de un manto blanco que no empaña. Para darnos la razón a quienes venimos avisando desde el verano que "winter is coming" y que Mourinho es el comandante de la Guardia de la Noche, en pie sobre el Muro, defendiendo Invernalia del ataque de los Otros y los Salvajes. El invierno ha llegado. Lo dicen el termómetro y la clasificación de la liga. Diez puntos, diez, sobre el proclamado por los bufones del reino "mejor equipo de todos los tiempos". El revisionismo zapaterista ha tenido su versión futbolística a la que sólo le ha faltado pedir que le fueran retirados al Madrid los títulos conseguidos en aquellos nefandos cuarenta años de dictadura. No nos extrañaría que Villar fichara ahora a Garzón para el comité de competición y que comenzara el baile de la memoria histórica futbolística desenterrando a Guruceta.
Presentó Guardiola en el Sadar una alineación que de haberla hecho Mourinho hubiera sido tachada de prepotente y temeraria con los "buenos" en el banquillo. La excusa fue el estado del terreno de juego, helado y duro. Nada nos extraña ya cuando hasta se suspende un partido del Seis Naciones de rugby por frío y nieve ante la mirada atónita de los que pensábamos que lo del oval era otra cosa. Se vieron lágrimas en las gradas del Stade de France que señalaban el fin de una leyenda de campos embarrados y delanteros que acababan los partidos como ciclistas tras una París-Roubaix. Los chicos buenos, esos que nunca hablan de los árbitros, sólo se calentaron para ir a comerle la oreja al linier que había acertado al no conceder un gol a Alexis. El sprint de Xavi Hernández desde el banquillo hasta el córner no se lo habíamos visto jamás tras un balón. "Nosotros no corremos, corre el balón", hasta el sábado.
Anoche en el Bernabéu tenía el Madrid la oportunidad de sentenciar casi definitivamente la liga y no la dejó escapar. Incomprensiblemente se volvió a adelantar el equipo visitante con un gol a la salida de un córner y esa es una asignatura pendiente en el inmaculado boletín de notas de este equipo. El juego del Madrid en la primera parte debió servir para llegar al descanso con renta suficiente pero una vez más la tan cacareada pegada quedó en entredicho. Higuaín ha vuelto a los comienzos cuanto tenía que demostrar su valía en cada partido y le atenazaba el nerviosismo. "Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido", dijo Hemingway y carácter no le falta al Pipa y le sobra a Cristiano. Desde que llegó a España el portugués ha tenido que soportar el comportamiento vergonzoso de gran parte de la prensa, aficiones rivales e, incomprensiblemente, de la propia. No recuerdo un jugador que haya sido más injustamente tratado. Dos temporadas y media y más de cien goles ha necesitado la parroquia para sacar a pasear este santo. Tres goles anoche, uno de ellos espeluznante.
La prodigiosa trayectoria de este equipo no sirve para cerrar las bocas del antimourinhismo que sigue fabulando entre las fuentes anónimas y las imaginarias, trayéndonos de vuelta la frase de aquel especialista en desenmascarar falsarios. "La primera de las fuerzas que hoy dominan el mundo es la mentira", escribió Jean François Revel y eso que no conoció a Diego Torres.
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